martes, 26 de noviembre de 2013

La agonía del carbón nacional

Tres mineros se han encomendado esta semana, día a y noche, a la Virgen del Pilar. Este lunes, cuando el futuro de su mina de Mequinenza (Zaragoza) se la jugaba en una reunión de directivos en Barcelona, acudieron a rezar a la Basílica del Pilar para pedir a la Virgen que les ayudara, que salvara la mina, que Endesa aceptara quemar el carbón que producen, que eso les garantizara seguir trabajando en estos pozos de Mequinenza... Pero, pocas horas después, llegaba la noticia que menos deseaban: Endesa consideraba inviable quemar ese carbón en la central térmica de Andorra porque su composición dañaría las instalaciones. Los mineros decidieron quedarse en la Basílica. Allí pasaron toda la noche.

En catorce años, España ha perdido casi 15.000 mineros. EFE
En catorce años, España ha perdido casi 15.000 mineros. EFE
Carbonífera del Ebro, la empresa a la que pertenece esta mina, emplea en estos pozos de Mequinenza a 35 personas. Ahora se suma a la negra lista del cierre de minas de carbón en España. Si nada lo remedia in extremis -el Gobierno de Aragón lo da por imposible-, la cuenca de Mequinenza se quedará sin su última mina de carbón.

Es una más en la agonía del sector minero español. Agonía que se ha venido alargando con miles de millones de euros de subvenciones públicas a lo largo de los años para que no se produjera un cierre brusco y masivo de minas. El problema es que el carbón nacional no es competitivo para las compañías propietarias de las centrales térmicas. Las subvenciones han encubierto una realidad que, aún así, se ha traducido en cierre progresivo de minas y una drástica reducción de empleo en el sector del carbón nacional. Europa, además, hace tiempo que no está por la labor de seguir manteniendo este sector a golpe de talonario público.

En los años 90 ya se produjo una acusada desaparición de minas de carbón. En paralelo, el empleo cayó considerablemente. Desde el año 2000, la situación no ha hecho más que agravarse año tras año. Incluso mes tras mes. En enero de 2000 había trabajando en España 19.000 personas en las minas de carbón; ahora, apenas 4.400. En estos catorce años, por tanto, la friolera de un 77% menos: 14.500 en números redondos. Ahora habrá que sumarles los 35 que desaparecerán en la mina de Mequinenza, una más que cae. Y no será la última. De los 4.400 que, hoy por hoy, siguen bajando a la mina a sacar carbón en España, 2.600 pertenecen a pozos situados en Asturias, algo más de 1.300 a minas de Castilla y León, un centenar pertenecen a explotaciones de Castilla-La Mancha y el resto, poco más de 300, a las minas que quedan en Aragón, concentradas en la provincia de Teruel.

Todas las cuencas mineras españolas han notado de forma casi idéntica el declive de esta actividad. En Aragón se contaban por miles los mineros que había a mediados del siglo XX. Por miles, también, en los años 90. Pero ya por entonces la crisis era manifiesta y las plantillas no dejaban de recortarse. Se pusieron en marcha entonces los primeros planes de reconversión, multimillonarias inversiones de fondos públicos para mantener vivas unas comarcas que, sin las minas de carbón, lo tenían muy difícil. Las Cuencas Mineras de Teruel ejemplificaban el problema. En el año 2000 ya se habían perdido miles de puestos de trabajo con el cierre de minas en esta provincia. Desde entonces, la tendencia no ha hecho más que acusarse. Y las multimillonarias inversiones de fondos públicos para la reconversión, para la reindustrialización, para buscar nuevas alternativas económicas, han tenido efectos muy limitados.

Desde el año 2000, las zonas mineras del carbón aragonés han perdido el 68 por ciento del empleo: de poco más de mil empleos que sumaban en enero de 2000 han pasado a quedarse con 330. Y varias decenas de ellos, de forma inminente, parecen condenados en la última mina que queda en Mequinenza.